«Viajar a París (y triunfar) ha sido un objetivo de los grandes músicos y así ocurrió, con consecuencias diferentes, con Mozart, Chopin y Franck. Ninguno de ellos había nacido en Francia pero los tres encontraron allí inspiración y en el caso de Chopin y Franck, una patria de acogida. Mozart escribe su sonata K 310 en París tras la conmoción por la muerte de su madre durante su viaje a la capital francesa. Chopin, esboza su primera balada en su traslado hacia la ciudad. Las dos obras, escritas siendo ambos muy jóvenes, desprenden una enorme carga emocional que nos habla claramente de un torbellino de sentimientos y emociones. Por el contrario, César Franck compone su obra pianística siendo ya un músico muy maduro. Organista en Santa Clotilde de París, su escritura en el «Preludio, Coral y Fuga» recuerda las sonoridades del órgano romántico Cavaillé-Coll y la amplitud de las grandes catedrales. Alberto Urroz dirige estos cambios de textura de Mozart a Franck de manera magistral a través de las innovadoras mazurcas de Chopin y las fascinantes armonías del joven Debussy.«